14.6.10

Orquídeas

Era esa clase de chicas con mascara. De esas que, aunque las conozcas desde la guardería, nunca jamas conocerás del todo.

Yo, que desde preescolar había sido su mejor amiga, seguía sintiendo que, detrás de esa sonrisa, se escondía un secreto de los grandes, esos que cuando los sabes no sabes que decir, porque no bastaría.
O tal vez era solo mi imaginación.
El caso es, que cuanto mas la miraba, mejor veía esa sombra alrededor de los ojos, esas pequeñas arrugas que se te hacen cuando has vivido o llorado mucho. Y las suyas eran cada vez mas grandes.

Un día, el primer de aquel curso, estábamos todos los de clase plantando flores, cada uno su favorita, en el patio, para cuidarlas durante todo el año y al irnos, dejar una especie de marca o huella.
Ella trajo orquídeas. Pese a que le dijeron que no sobrevivirían, ella insistió en que eran las únicas flores que le gustaban.

Contra todo pronóstico, las orquídeas sobrevivieron, preciosas y salvajes, incluso sin cuidados, ya que Nolan pocas veces se acordaba de regarlas siquiera.

En clase, yo era su única amiga. Y ni yo la conocía bien.

El día antes de su 18 cumpleaños, me dio un abrazo inesperado, de esos que no olvidas, y me dio las gracias.

Nunca mas la volví a ver.
Y las orquídeas nunca volvieron a florecer.

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