30.6.12

Te está mirando fijamente. Puedes sentir sus ojos atravesando tu nuca. Te vas a la otra punta del local, pero te persigue. No te hace falta devolverle la mirada, lo sientes en la piel. Tu vello se eriza, y no tiene nada que ver con el aire acondicionado. Le das la espalda, pero solo consigues ponerte mas nerviosa. Comienzas a sudar. Los nervios se apoderan de tu estomago, y quieres huir al baño, sacarte esos ojos de encima. Pero no puedes moverte. El terror se apodera de ti conforme ves que se acerca. Mas y mas. Tú, como si nada. Intentas charlar con alguien, pero no consigues prestar atención a nada de lo que te dicen.
-¿Estás bien? -Te preguntan.
-Sss sí, sí, claro. -Respondes
Pero entonces lo notas. Una mano fría en tu espalda. Un escalofrío recorre tu cuerpo cuando le sientes acariciar tu columna, hacia arriba, deteniéndose en tu hombro. Intentas sacudírtela, pero sigue ahí, presionándote. Quiere que vayas con él. No te atreves a girar la cara. Sabes que si le miras estás perdida, que nunca se irá de tu lado. No hasta que le ayudes a cruzar.
-Estás como... tensa. ¿Seguro que te encuentras bien?
-Sí, sí, solo tengo un poco de frío.
-Es verdad, de repente hace mucho frío. Que raro, ¿no? Voy a decir que se corten con el aire acondicionado.
Se marcha de tu lado, y tu quieres suplicar que no te deje sola. Pero no hay nada que hacer, se ha ido a la barra a hablar con el dueño y tu sigues ahí, mirando al infinito, con una mano en tu espalda y ese frío.
Ya vuelvo a morderme las uñas.
¿De qué me sirven si no puedo arañar tu espalda?