30.5.12

Decía que era algo mas. Que muy poca gente entendía el alivio que suponía deslizar la cuchilla sobre su piel.
La sangre, al salir, liberaba el dolor de tal forma que era como una droga. Era casi como si cortando su piel pagase por sus pecados y limpiase su alma a los ojos de Dios.
Decía que para ella no era una debilidad, que tras una noche de purga, solo necesitaba apretar los cortes para ser fuerte de nuevo, para enfrentarse a cualquiera.

Y eso es verdad. Nunca vi a nadie luchar como ella. Tendríais que haberla visto, ¡cómo peleaba!
No aguantaba ni una mala palabra, ni una mala mirada. No le importaba sangrar si con eso conseguía que tu sangraras con ella. Aprendía de cada caída. Como si la sangre nueva le diera fuerzas.

Por eso se que no se suicidó. Es imposible que se rindiera. Probablemente después del décimo corte viera realmente a Dios y no pudiera parar.

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