15.2.13

Adiós, abanico, que llegó el aire...

... O de cómo se desechan sentimientos y personas.

Y la fluidez de un sentimiento se interrumpe
para dar cabida a algo nuevo,
a algo mejor, que conviene y no hiere.

El paso del tiempo duele con cada latido
y la distancia es solo una excusa.
La realidad es que la razón puso pies en polvorosa
y tú te convertiste en una zorra.

Llora el alma que ha perdido a su musa
pese a que la vida le dio suficientes hostias
para entrenar un corazón
que ya no debería sufrir por desamor

No hay quien pare la fuerza del deseo.
Excepto, tal vez, el egoísmo.

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